Jatun, Boluntario Misiolarien Topaketa – Encuentro de Voluntariado Misionero

Imaynalla, namaste, egun on, kamisaraki, buenos días, guten morgen, bon día…

El pasado 5 de octubre, Agurain olía a Norte de Potosí, “porque allí huele”, insistían varias personas, …pero ¿a qué? …pues huele a altiplano, a internado, a realidad, a experiencia, a lana, a pobreza, a sonrisa. Huele a vida.

El día lo empezamos cantando, en procesión, wiphala, la Cruz, la Mamita al frente, detrás, como si fuera un grupo de zampoñas, quenas, charangos, phututus… y cantando con emoción y sentimiento, y como una gran familia canciones de la misa andina…

La entrada a la sala es más emocionante, la canción suena con más fuerza…desde Bolivia, mediante un video, nos dan la bienvenida… sube la temperatura…el corazón comienza a encogerse… empezamos a tocar nuestros sueños.

Queremos recordar y para ello compartimos, recordando cómo, pese a los inicios tan complicados, e incluso, de película, terminamos por reconocer que es lo mejor que nos ha podido pasar. Cómo aquel barco, que cualesquiera pudiera pensar que se parece a un crucero, no era sino el encuentro con el sentido de la vida. Como las tormentas nos han hecho asustarnos, riadas, techos volando, caminos destrozados, quedan en meras anécdotas de lo realmente importante: las personas nortoposinas quieren vivir con dignidad. Y así cada día abrimos la bolsa que nos alimenta, cada uno lo que necesita, alimento, palabra, esperanza, manos, para dar y darnos. Y es que sin saber bien por qué somos familia, la acogida es la palabra clave, nos hemos sentido acogidos, acogidas, tanto que nos han cogido el corazón y tras pasar los años no hay un solo día que no recordemos, no olamos, no saboreemos, no pensemos que hay al otro lado de los montes.

Hangoa gogoratu nahian partekatzeari ekiten diogu, orduko norberaren hasierak korapilatsua izan arren, batzutzan filme gidoia bezalakoak, inoiz gertatu zaigun gauzarik mamitsuena izan dela aitortzeraino. Orduko itsasontzia, agian transatlantikoren antza zuena, benetan bizitzako norabidearekin topo egitera generamatzala. Hango ekaitzek ikaraz larrutu bagintuzten, gainerako uholdeen bidez, sabaiak hegalarien bidez, bideak urratuen bidez hango mamiraino iritsi ginen: iparpotosiarrak duintasunez bizi nahi dute. Eta halaxe, egunez egun elikatzen gaituen poltsa zabaldu eta bakoitzak behar duena aurkitu ohi du: jakiak, Hitza, itxaropena, eskuak, bai emateko bai gure burua emateko ere. Eta horrela, inorren antolaketa egitasmorik gabe, familia sentitzen gara, harrera dugu giltzarri, harrera egin digute, etxean sentitzeraino, harrera bihotzetan sentitzeraino, eta horregatik urteak joan eta urteak etorri eta egunero-egunero hangoaz oroitzen gara, hangoa usaintzen dugu, hangoa dastatzen dugu, hango mendien atzekin zer egongo ote den pentsatzeari utzi gabe.

Y no nos engañemos, hablar con esa emoción no significa alegría y que todo sale bien, esta emoción habla de profundidad y dureza, de niños y niñas que no han podido seguir adelante, y la impotencia de ver que una enfermedad simple se lleva a las personas. Un sentimiento frío y duro de injusticia, y saber que pese a todo, somos privilegiados, por vivir aquello y por tener cierta seguridad, pese a que constantemente la ponemos en riesgo, y porque nuestro hijo boliviano, lo es también del otro lado.

 

Y siempre había un café caliente, una puerta abierta, una palabra que reconforta, o que simplemente acompaña. Siempre hay cosas sencillas que nos dan la luz para seguir con más fuerza que antes, como esos tejidos, urdimbre y trama, urdimbre y trama, urdimbre y trama, mirar a Dios y al prójimo, y poco a poco sale el awallo, con los colores de tu propia vida.

Los caminos embarrados, son dificultades que terminan en caminos más estables. Los avances son muchos, más incluso que lo que no avanza, pero precisamente estamos ahí porque hay quien se queda en el borde del camino, y optamos por perder, o por ganar, por regalar años preciosos de vida por quienes merecen la pena.

Y aquí estamos, en familia, con la familia, porque no es una batalla en solitario, es una apuesta común, donde cada cual aporta su don, porque no hay meta, la meta se hace cada día.

Por tanto celebremos, demos gracias, cantemos, estrechemos las manos, alabemos, oremos por quienes están allí, por quienes estamos aquí, por quienes luchan por cambiar el mundo, y también por quienes no lo hacen. Una celebración de vida.

Luego nos juntamos alrededor de la mesa, donde lo que menos importaba era la comida, sino la compañía, sin importar quien estaba a nuestro lado, porque lo que nos unía tenía una reíz muy profunda, Alemania, Barcelona, Sevilla, Alexanco, Donosti, Bilbao, Vitoria, Pamplona, Aguarain…San Pedro de Buena Vista, Caripuyo, Sacaca, Torotoro, Acasio, Cochabamba, La Paz, India, Panamá… De dónde venimos, hoy da igual, hoy venimos desde lo que hemos vivido, con tal profundidad, que nos llama a traspasar la barrera de los kilómetros, y compromisos diarios para celebrar juntos y juntas que merece la pena luchar por construir un mundo mejor, el Reino de Dios.

Y para cerrar nos sumergimos en la realidad actual de misión, de quienes viven allí, y de quienes se han acercado a curiosear un poco. Y todo ello para remangarse y ponerse a trabajar, tenemos una misión y queremos recoger el testigo y seguir apostando.

Tampoco nos hemos olvidado, que estamos en el Mes Misionero Extraordinario (MME), donde nos invitan a renovar nuestro compromiso misionero, a poner en el centro de la vida de la Iglesia la dimensión misionera. Nos insta a revitalizar la conciencia misionera y a retomar con renovada ilusión la transformación misionera de la vida Y qué fue aquello que recibimos en la misión, sino ser misioneros y misioneras allí donde fuéramos o estuviéramos…

La despedida fue un hasta pronto, nos oímos en las redes, vamos a enredarnos, vamos a ver hasta cuanto…

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