Crisis climática, crisis de derechos

  • Categoría de la entrada:Noticias
Árbol seco sobre cielo azul
Fuente imagen: PxHere

Algunas reflexiones a propósito del Día del Medio Ambiente

El Día Mundial del Medio Ambiente no puede ser solo una fecha para hablar de árboles, plásticos o reciclaje. Es, o debería ser, un día para mirar de frente la dimensión humana de la crisis climática. Porque, aunque a veces se presenta como un fenómeno natural inevitable, el cambio climático tiene rostros, nombres y consecuencias muy concretas en nuestras vidas, especialmente en aquellas más vulnerables. Por eso, no es exagerado afirmar que estamos ante una verdadera crisis de derechos humanos.

La subida del nivel del mar no es solo una cuestión geográfica; es una amenaza directa al derecho a la vivienda de millones de personas. Las sequías no solo afectan al campo: ponen en jaque el derecho al agua, a la alimentación, y al trabajo digno. Las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas, comprometen el derecho a la salud, y no solo física: también mental. Y los millones de desplazamientos forzados por catástrofes climáticas nos interpelan sobre el derecho a migrar en condiciones de dignidad, aún sin un reconocimiento jurídico claro para quienes huyen de un clima inhabitable.

Pero la crisis climática no afecta a todas las personas por igual. Quienes menos han contribuido al problema —comunidades rurales, pueblos indígenas, infancia— son quienes más sufren sus consecuencias. Esta injusticia se repite a nivel global: los países del Sur global, responsables de una ínfima parte de las emisiones históricas, encabezan hoy la lista de los más golpeados. ¿Cómo podemos seguir llamando «desarrollo» a un modelo que destruye la vida de tantas personas?

La buena noticia es que hay alternativa. Vincular la acción climática con los derechos humanos no es un capricho ideológico, sino una exigencia ética y legal. Significa poner en el centro a las personas, garantizar que ninguna medida de mitigación o adaptación agrave desigualdades ya existentes, y exigir justicia climática. Porque cuidar la nuestra Casa Común es también cuidar a las personas.

Este Día del Medio Ambiente, más que plantar un árbol o apagar una luz, tal vez podríamos hacernos una pregunta incómoda pero necesaria: ¿qué mundo queremos dejar a quienes vienen detrás? Y desde ahí, actuar. Porque todavía estamos a tiempo. Y porque, como dicen muchas de las voces jóvenes que escuchamos a diario en nuestras aulas, que hoy están liderando esta lucha, no hay justicia climática sin justicia social.